Isabel I y la afirmación del anglicanismo

A un par de semanas de mi examen el estrés puede conmigo… Creo que este año no me he organizado muy bien con la asignatura de Historia de la Alta Edad Moderna (Nota mental: comenzar mejor el siguiente cuatrimestre) y la fecha del examen se aproxima y aun me falta mucha materia por aprender y repasar.

La semana pasada recibí la nota de mi segundo trabajo, otro afortunado 9, así que me dispongo a compartir con vosotros el contenido en éste y sucesivos posts.

Comenzaremos con Isabel I de Inglaterra, mujer fascinante, que supo sobrevivir con creces en un periodo convulso. Lo complicado del tema a desarrollar resulto ser la brevedad exigida. ¡Como meter tanto en tan poco espacio!

Isabel I y la afirmación del anglicanismo

Hija de Enrique VIII y Ana Bolena, Isabel I tuvo un reinado largo y estable (1158-1603) aunque marcado por el conflicto anglo-español y las crisis religiosa y dinástica (aferrada al poder, nunca quiso contraer matrimonio ni nombrar heredero lo que, por otro lado, elimino las usuales tensiones entre facciones).
Bajo el reinado de su padre, en 1534 se promulgó el Acta de Supremacía por la que el Parlamento reconocía la Iglesia estatal anglicana e investía al rey con la suprema autoridad eclesiástica. No se modificarían los dogmas de la nueva Iglesia, que se mantendrían católicos. Con su sucesor, Eduardo VI, penetraron en Inglaterra corrientes protestantes, introduciéndose la liturgia luterana y la confesión luterano-calvinista. María Tudor, hermanastra de Isabel I, virará radicalmente hacia el catolicismo.
Con la llegada al trono de Isabel I, se mantienen las relaciones cordiales con el reino de España por mutua conveniencia. A Isabel I le interesaba continuar en el trono y retomar el proceso de anglicanización del país mientras que Felipe II contaba con Inglaterra para controlar a los Países Bajos y vigilar a Francia.
Es posible que en los inicios del reinado de Isabel I el pueblo inglés fuera en su mayoría católico, aunque favorable a la independencia respecto a Roma. La reina, que respaldaba al protestantismo, definió una hábil política religiosa evitando el conflicto: exigiría confirmación exterior con la Iglesia oficial, pero no indagaría en la conciencia de sus súbditos. Así, Isabel I renueva el derecho de soberanía de la corona sobre la Iglesia y en 1559 con el Juramento de Supremacía y Acta de Uniformidad ratifica la liturgia anglicana y la nueva confesión calvinista reformada se convierte en el fundamento de la Iglesia estatal anglicana. Mantiene la estructura jerárquica del clero y el obispado, lo que causará enfrentamientos con los puritanos, sobre todo presbiterianos, hasta finales de los años 80.
Además, Isabel I deberá enfrentarse a dos desafíos “católicos” importantes:

  • En 1568 la católica reina de Escocia, María Estuardo, es depuesta y busca refugio en Inglaterra. Los opositores político-religiosos de Isabel ven aquí una oportunidad para que esta ocupe el trono de Inglaterra. María acabará siendo ejecutada en 1587.
  • En 1570 Isabel I es excomulgada por el Papa Pío V (en contra del parecer de Felipe II). Este acto libera a los súbditos católicos del juramente de lealtad hacía la reina, pero en aquel momento el anglicanismo ya está bastante consolidado, y el impacto será mínimo.

 

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